“Cuando una mujer se embaraza, tiene un hijo y lo alimenta, ha realizado un trabajo que beneficia a todo el mundo. Por lo tanto, corresponde a la sociedad hacerse cargo de las necesidades de la madre y de su hijo”
Jeanne Deroin (1853)
Desde la Federación de Asociaciones de Madres Solteras – FAMS nos declaramos feministas y nos sumamos a las voces de millones de mujeres que denuncian la vulneración de sus derechos. Defendemos y reivindicamos los derechos de todas las mujeres, como parte indisoluble de los derechos humanos, para vivir libres de violencia machista e institucional, para no ser explotadas laboralmente, para tener salarios iguales y dignos, para ser visibles y reconocidas como sujetos políticos desde nuestra diversidad, para poder decidir libremente sobre nuestra maternidad y modelo familiar sin ser penalizadas por ello, pero también para que los cuidados de otras personas, no impliquen la falta del propio autocuidado. En definitiva, revindicamos un trato equitativo sustentado en una ética de justicia social para acceder a la plena ciudadanía.
Somos mujeres y somos madres, la maternidad nos atraviesa y queremos disfrutar y cuidar de nuestras hijas e hijos sin perder la posibilidad de participar plenamente en el empleo, en la vida social y en el derecho a un tiempo propio. Esta reivindicación es una lucha histórica del movimiento feminista, por ello, desde FAMS, llevamos más de 30 años luchando por las mujeres y madres responsables de familias monomarentales que deben enfrentar múltiples discriminaciones y superar grandes obstáculos para la conciliación de la vida laboral y familiar, para acceder a recursos gratuitos y públicos de atención a la infancia, para disfrutar de iguales permisos por nacimiento y cuidado del menor que una familia biparental. Llevamos 30 años reclamando una Ley de Familias Monoparentales que nos defina, reconozca y proteja como ciudadanas y familias de pleno derecho.
Los últimos datos publicados por el INE (2020), aunque imprecisos, indican que 1.944.800 hogares en España son monoparentales, alrededor del 10% de los hogares españoles y en torno al 24% de los hogares con hijos de este país. El 82% de estos hogares, están encabezados por mujeres, motivo por el que adoptamos el término monomarentalidad, poniendo así de relieve la feminización de nuestro modelo familiar y la urgente necesidad de respuestas por parte del Estado y del mercado laboral a través de políticas públicas de igualdad de género así como medidas de acción positiva.
Estamos en un año de elecciones y como ya criticaba Emma Goldman hace más de un siglo, los políticos darán rienda suelta ala hipocresía alabando y aludiendo la maternidad para paliar los problemas de la baja natalidad, sin tener en cuenta las medidas necesarias que deben acompañar a su discurso para evitar que muchas de las madres se vean abocadas a la precariedad laboral y con ello, a la pobreza.
La crisis sociosanitaria y económica causada por la pandemia, la actual situación de guerra en Ucrania y su impacto en la economía, han provocado el aumento de la brecha económica y social que sufrimos las mujeres responsables de familias, situando a más de la mitad de las familias monomarentales (54,3%), a una situación de riesgo de pobreza y exclusión social. A esta situación de vulnerabilidad se le suma la crisis de los cuidados que han recaído mayoritariamente sobre las mujeres, y que, en el caso de las familias monomarentales, siempre recaen en exclusiva sobre las madres ya que no existen posibilidades de conciliación pública, universal, y de calidad. A todo esto se suma la desigualdad de género en el acceso a tecnología digital o brecha digital, reforzándose así la desventaja social en el acceso a recursos y oportunidades.
Por todo esto denunciamos el desamparo de nuestro modelo de familia en el actual anteproyecto de “Ley de Familias” pues, pese a que podría suponer un avance, no incorpora las medidas necesarias para que la maternidad en solitario no suponga una discriminación más al hecho de ser mujer y madre. Entre otras cuestiones:
- Aborda una definición de familia monoparental incompleta que deja fuera a madres que en la práctica asumen en solitario todas las obligaciones parentales.
- No dota de un marco protector inmediato al 70% de nuestras familias, aquellas que tienen un hijo o una hija. En todo caso, se las trata de manera discriminatoria cuando tienen algún miembro con discapacidad o bajos ingresos, pues a diferencia de las familias biparentales, el hijo/a no computa doble.
- Discrimina a nuestros hijos e hijas en su cuidado a través de los permisos laborales y prestaciones de las madres, pues sostiene un sistema diseñado desde la óptica del modelo de familia con dos personas progenitoras.
- Olvida la penalización fiscal que sufrimos como familias y no prevé un trato fiscal justo, obviando que debemos tributar de acuerdo con nuestra capacidad económica real.
Por todo ello, desde FAMS, nos sumamos a las propuestas del movimiento feminista ya que nuestra lucha forma parte del tronco común: la lucha por los derechos de las mujeres para que podamos acceder a empleos dignos, a nuestro desarrollo profesional, a la participación social, a nuestro tiempo de ocio y personal y al disfrute de nuestra familia como ciudadanas de pleno derecho y por ello reclamamos de manera urgente:
- Equiparación de derechos entre las familias monoparentales y biparentales en todos los permisos laborales para cuidado de menores y prestaciones derivadas en el Sistema de la Seguridad Social. 32 semanas por nacimiento, acogida o adopción. Garantía de acceso de las monoparentales a la prestación de corresponsabilidad con el cuidado del lactante.
- Bono Social: aplicación del mismo criterio de acceso que las familias numerosas. El criterio actual es más restrictivo para monoparentales que para biparentales al guardar relación con el número de miembros y no con los gastos mínimos que soporta cualquier familia con independencia del número de personas adultas que la sostengan, y no considera nuestros mayores gastos en conciliación, irrenunciables para poder traer un único sueldo a casa. Se trata a la familia monoparental como una circunstancia especial, olvidando que somos familias y que dichas circunstancias también pueden presentarse en las nuestras (discapacidad o violencia).
- Políticas públicas para que las familias monoparentales puedan acceder en condiciones de equidad y justicia social a las ayudas de vivienda pública.
- Modificación de la Ley de Haciendas Locales para extender las bonificaciones fiscales a familias monoparentales además de a numerosas.
- IMV: Modificación de los criterios, para considerar a todas las familias monoparentales como unidad de convivencia independiente, respecto del cómputo de sus ingresos y del complemento de monoparentalidad. Revisión de los criterios de renta para el complemento a la infancia, igualando al de biparentales con el mismo número de hijos/as.
- IRPF: Igualar la reducción por tributación conjunta a la de las familias tradicionales, 3.400 €, considerando nuestra menor capacidad económica real por mayores gastos en conciliación. Extensión de la deducción por monoparentalidad a las de 1 hijo/a, equiparando a las de 2 o más a numerosas de régimen especial. Sufrimos una importante penalización frente al modelo biparental. Nuestra presión fiscal es hasta un 12% mayor, llegando al 13% en casos de nacimiento, acogida o adopción, por la exención fiscal de la prestación.
- Reconocimiento inmediato de la condición de familia numerosa a todas las familias monoparentales con dos hijos/as. Han transcurrido más de 14 años desde que la Ley de PGE para el año 2008, junto a la de 2009 y 2010, instara a la modificación de la Ley de Familias numerosas para incluir a todas las monoparentales de dos hijos/as y no sólo aquellas procedentes de la pérdida de una de las personas progenitoras. Aún pendiente a pesar de los anuncios.
- Conciliación y empleabilidad: Servicios públicos de cuidado, de conciliación, apoyo domiciliario, ayudas para conciliar, precios bonificados, teletrabajo, etc. Medidas desde la corresponsabilidad social.
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